En el artículo de este mes vamos a tratar un tema que poco a poco se está poniendo de moda de nuevo. Se trata de cómo recuperar nuestros antiguos recuerdos almacenados en soportes analógicos, y hacerles una conversión digital para luego archivarlos. No hace mucho, han caído en mis manos una serie de cintas de vídeo con recuerdos bastante valiosos en ellas, y decidí ponerme manos a la obra. El resultado de dicha investigación ha quedado plasmado en este artículo, que espero que disfrutéis y encontréis útil.

¿Por qué hacer una conversión digital?

Puede parecer que la respuesta a esta pregunta es bastante obvia, pero no tiene por qué serlo. En un mundo ideal, una señal analógica siempre tendrá más resolución que una digital: de esto se trata la digitalización, en convertir una entidad que tiene variaciones continuas, y cualquier valor es posible, a otra entidad cuyos valores son previamente establecidos. Esto es muy genérico, y seguramente mis profesores de la universidad se llevarían las manos a la cabeza, pero es por poner un ejemplo sencillo.

Ahora bien, nos estamos en un mundo ideal, y estas señales analógicas, están almacenadas en un soporte que envejece. Significa que cada vez que reproducimos una cinta o casete, ésta se deteriora. Sin embargo, una copia digital no envejece, por más veces que la veamos: aquí radica la mayor ventaja de esta conversión.

Así pues, lo que hay que asegurarse, es que esta conversión se haga intentando minimizar la pérdida de calidad debido a cuantificación. Pero para que nos quedemos más tranquilos, la calidad que los ordenadores pueden manejar es bastante superior a la calidad de los soportes analógicos domésticos (otro cantar son los sistemas analógicos profesionales), como el VHS.

Requisitos

Ahora que estamos convencidos de nuestra necesidad de la conversión digital de nuestras memorias, vamos a indagar qué necesitamos exactamente. Aquí no es posible dar una respuesta genérica, ya que depende en gran medida del soporte que estemos tratando de convertir. Pero de groso modo, necesitaremos:

  • Reproductor para el soporte. Tan sencillo o tan complicado como encontrar un reproductor que sea capaz de convertir la información dentro de nuestro soporte, a una señal de audio y video. Puede ser que, en el trastero, cubierto de polvo se encuentre ese reproductor de VHS, o en casa de la abuela. Si no tenemos tanta suerte, podéis hacer como yo y encontrar uno por 10-20€ a través de páginas como Wallapop.
  • Conversor digital. Es la pieza clave de todo el sistema, y convertirá la señal de nuestro reproductor en digital. Antiguamente solían ser tarjetas PCI, pero ya la gran mayoría de ellos son a través de USB. Normalmente en la parte analógica ofrecen conectores de video compuesto, S-Video y audio estéreo RCA.
  • Cables. La parte que todo el mundo ignora, pero que es igualmente importante. Muchos reproductores no tienen los mismos conectores que nuestro conversor USB, por lo que necesitaremos adaptadores. En mi caso, el reproductor de VHS no tenía video compuesto, solo euroconector.
  • Dispositivos de limpieza. Si nuestro reproductor es muy antiguo y no se ha usado en un largo tiempo, es muy probable que esté cubierto de polvo, incluso por dentro. Por esto, es necesario hacerse con alguna cinta o casete que limpie los cabezales del reproductor. Mientras más limpios estén, mejor será la conversión.

Y para finalizar, nos hace falta un programa que capture la señal digital proveniente de nuestro conversor, y la almacene en un fichero. Hay muchos disponibles en el mercado, pero en este caso mi recomendación es que usemos el que venga incluido con el conversor analógico-digital USB. Nos evitará más de un dolor de cabeza ya que suelen venir correctamente configurados para ese conversor en particular.

Conclusiones

Si os gusta trastear tanto como a mí, os recomiendo encarecidamente que sigáis este método de conversión digital. Se aprende un montón sobre como funcionan dispositivos que para muchos son vestigios del pasado, y podemos adaptar el resultado al tiempo que queramos dedicarle.

Si, por el contrario, preferís que alguien os haga este trabajo, hay muchas empresas locales que realizan este servicio. Posiblemente a lo largo de este ejemplar de la Revista TODO, podéis encontrar más de una empresa que lo hagan a un precio contenido.

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