Buenas Geeks! En este artículo, continuamos la serie sobre palacios bávaros. Debido a la historia de Baviera, se encuentra plagada de palacios reales, por lo que si nos gusta esta temática, vamos a disfrutar un montón aquí. Anteriormente ya visitamos los palacios de Nymphenburg y la Residencia, en pleno centro de Múnich; el omnipresente y famoso castillo de Neuschwanstein y la curiosa copia de Versailles realizada en una isla: Herrenchiemsee. Esta vez nos vamos a otro de los castillo del rey Luis II de Baviera: Linderhof. Se trata de una pequeña residencia (comparado con los anteriores) que se encuentra ubicada al pie de los Alpes cerca del pueblo de Ettal.

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Cómo llegar a Linderhof

El viaje recomiendo encarecidamente hacerlo en coche, ya que las combinaciones de transporte público hasta Linderhof son más bien inexistentes. Para llegar con coche es bastante sencillo, sólo hay que tomar la A95 en dirección Garmisch y una vez que termine la autovía llegamos al pueblo de Oberau, donde seguimos las indicaciones hacia Ettal / Linderhof y tras unos 15 km por una carretera de montaña llegaremos al castillo. En total es algo más de una hora desde Munich pero hay que tener cuidado con la hora a la que vamos, ya que nosotros fuimos un sábado por la mañana (cuando todo el mundo va a los Alpes para esquiar) y sufrimos un atasco de más de una hora.

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Una vez en Linderhof

Una vez que llegamos al castillo, tenemos que dejar el coche en el aparcamiento por 2€, y la entrada al castillo para un adulto son 8.50€ para una visita de alrededor una media hora. Dentro del castillo no se puede fotografiar ni filmar, pero sí en los alrededores. Si tras la visita nos ha entrado hambre, siempre podemos degustar alguno de los platos típicos en Schlosshotel Linderhof, aunque nosotros preferimos parar a comer en uno de los muchos restaurantes que se pueden observar en la carretera que nos lleva hasta el castillo de Linderhof.

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Como podéis observar en las fotos, todo estaba bastante seco ya que las temperaturas en esta parte de Baviera aún son bastante bajas (a pesar de que en Munich estabamos disfrutando de unos 20ºC) y por tanto todas las estatuas están protegidas. Recomiendo la visita para los meses más cálidos, donde se pueda apreciar toda la naturaleza en su pleno esplendor, con las estatuas al descubierto y las fuentes funcionando. Incluso así, tengo que decir que es una visita que no os podéis perder. Así que la visita con mejor tiempo es algo que queda pendiente para los próximos meses!

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