Continuando con los artículos reivindicativos, este artículo va a tratar un tema que nos está afectando a muchos usuarios a lo largo de todo el mundo: la obsolescencia programada. Día a día, las grandes multinacionales toman decisiones en juntas de directivos que tienen repercusiones directas para todos los consumidores. Veremos qué prácticas son las más comunes y cómo nos perjudican en nuestro día a día.
Las empresas comercializan productos, y éstos tienen un ciclo de vida definido. Es algo comprensible, ya que los avances en los distintos campos hacen que los productos queden obsoletos, pero las compañías mantienen durante un tiempo el soporte a ese producto, ya sea en forma de recambios, actualizaciones, o ayuda. Esto es por lo que a día de hoy es muy complicado encontrar recambios nuevos para algunos coches antiguos, ya que directamente se dejan de fabricar.
El problema viene cuando el soporte se termina a los meses del comienzo de vida del producto, dejando a los consumidores completamente indefensos ante tales prácticas. Me gustaría comentar tres casos particulares, que conozco de cerca:
Si bien el caso anterior es bastante preocupante, se podría decir que la obsolescencia programada es más serio y más generalizado. Y peor aún, actúa sin que muchos de nosotros nos demos siquiera cuenta. Primero de todo… ¿qué es la obsolescencia programada?
Esta palabreja viene a significar que los productos que se diseñan en la actualidad, la gran mayoría, vienen con una fecha de caducidad. Y pasada esta fecha de caducidad, el dispositivo o bien deja de funcionar directamente, o empieza a dar una serie de misteriosos fallos. Pero no sólo queda ahí, también es la práctica de fijar modas, en las que el consumidor necesite de forma imperiosa comprar el último dispositivo de cierta marca.
Un ejemplo que casi todos hemos experimentado ocurre con las impresoras. ¿Cuántas veces no nos hemos quejado de lo poco que duran los cartuchos de tinta, aun cuando parece que tienen tinta? Pues queridos amigos, esto es la obsolescencia programada: se programa al cartucho para que imprima un número de páginas, y una vez que ocurre esto, no volverá a imprimir a no ser que cambiemos de cartucho de tinta.
Las empresas también consiguen esto, al fabricar con materiales más baratos. Muy conocida la cantinela de “las lavadoras ya no se fabrican como antes, mi madre tuvo una durante 25 años sin problemas”, no es sólo un dicho popular si no que es una de las estrategias de mercado para asegurar que cada pocos años tengamos que cambiar todo tipo de productos.
Al igual que en el artículo anterior, el objetivo de éste es sensibilizar a la gente con un tema que deberíamos tener todos en mente a la hora de comprar productos. Por un lado, tratar de no depender las empresas más que lo necesario, que no nos quedemos colgados como consumidores con productos que necesitamos, por una simple decisión de marketing en un consejo de directivos a miles de kilómetros de aquí.
Y, en segundo lugar, y no por ello menos importante, recordar a la gente que los aparatos se pueden reparar. Y no importa que “es que es casi igual de caro repararlo que comprar uno nuevo, y mejor”, es que estamos haciendo un uso muy agresivo de los recursos de nuestro planeta, y estamos generando una cantidad tremenda de residuos que ya no sabemos dónde poner. Y es que, si está bien que reciclemos las cosas, es mejor aún reparar y reutilizar, ¡porque de este modo el mundo nos lo agradecerá!
Ingeniero de Telecomunicación de profesión, emigrante por necesidad y geek en mi tiempo libre. Desde 2012 redactor en Un Geek en Múnich, donde intento compartir mis experiencias con todos aquellos a los que les pueda interesar. También desde 2012 colaborador en la revista Todo de Vélez-Málaga, desde donde divulgo noticias de tecnología para el público en general.
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